martes, 18 de febrero de 2014

Un café matutino


...mientras va amaneciendo observo tu rostro a penas iluminado por los primeros rayos de la luz de la mañana, poco a poco vas abriendo tus ojos, me preguntas qué hago despierto, yo contesto con una sonrisa llena de satisfacción. Siempre me ha gustado mirarte mientras duermes a mi lado.
Es en ese momento que nuestras primeras conversaciones van tomando razonamiento...
me levanto así sin ropa y voy directo a la cocina.
¿Te preparo café?
¡si! -me contestas desde el cuarto-.
Embarro un pedazo de pan con algo de mantequilla y un poco de mermelada y regreso a la cama.
Me pregunto si esta satisfacción de saberte a mi lado la podrán disfrutar los que se dicen enamorados.
¿que estás viendo?
Son las noticias matutinas -me respondes-.
Ambos nos tomamos de la mano por debajo de las sábanas y volteo a verte con una sonrisa llena de ilusión mientras das un sorbo a tu café.
Me pongo a repasar brevemente el inicio de nuestra historia, las imágenes van apareciendo en mi mente una tras otra y cuando regreso a la realidad volteo a verte y agradezco a la vida por ser tan sabia, porque los tiempos de Dios son perfectos, porque cada herida del pasado, cada lágrima que derramé por un amor más o menos correspondido sirvieron para llegar a enfrentarme un día con la pregunta más importante que me llevó a ti.
El saber que llegué a soñar esto que ahora es mi realidad me sirvió para darme cuenta que todos los seres humanos somos una milésima migaja de este gran mundo y que; sin duda alguna, cada uno de nosotros puede no sólo imaginarse en situaciones perfectas, si no, hacerlas realidad si se persiste tanto en ellas...