martes, 21 de abril de 2020

La pandemia Covid-19

Iván Ibarra

Buen día querido lector, el día de hoy estaba iniciando un diseño en photoshop y en eso hubo algunas intermitencias de electricidad a raìz de una tormenta eléctrica por lo que abandoné la idea tras un par de ocasiones en que se me apagó el computador así que abandoné la idea y mejor me puse a hacer otra de las cosas para las que soy bueno, escribir y escuchar algo de música. Tras ver llover del otro lado del balcón en plena oscuridad me serví un trago de tequila y me puse a pensar en lo siguiente:

Recién estamos encerrados en nuestras casas en nuestras casas por la terrible pandemia llamada Covid-19 que ataca al mundo entero, ya han pasado algunas semanas que muchos de nosotros voluntariamente decidimos no deambular por las calles para que no se propague este virus nuevo que mucho tememos. La verdad para muchos de nosotros es mucho más pasadero este tiempo en casa gracias al desarrollo de la tecnología que de alguna manera nos mantiene conectados al mundo entero y con esto podemos dar continuidad a nuestras tareas laborales que no han dejado que se nos caiga la economía. He notado en redes sociales en mi muy particular punto de vista un fenómeno social que para muchos es evidente. 

Estamos tan acostumbrados a andar de arriba abajo, adentro y afuera, para el sur y hacia el norte, recorriendo colonias, municipios, naciones queriendo devorar el mundo que no nos dimos cuenta que perdimos las labores que nos mantenían en casa. Amas de casa que solían pasar las tardes bordando alguna tela en un bastidor o deshebrando y tejiendo madejas de hilo, zurciendo alguna ropa vieja arrumbada de los hijos que trepaban los árboles en alguna de las calles vecinas, hombres que acostumbraban a revisar el motor de sus coches e investigar el ruido que comenzaba a sonar al arrancar, de reparar aquella licuadora que hacía tiempo dejó de funcionar, libros que nos habían heredado o regalado en alguna fecha conmemorativa y que se encontraban ansiosos de ser leídos para adentrarnos a nuevos mundos. 

Dejamos de observar las estrellas, cómo cae un atardecer desde la azotea, cómo van creciendo nuestros hermanos, cómo piensan nuestros padres, se terminaron las conversaciones en la sobremesa a la hora de la comida, el llamado a desayunar, el disfrutar un café con canela en una olla de barro, el regar las macetas de mamá y estilarlas en el balcón, el cómo se siente una tarde lluviosa con una taza de atole caliente en cama, el prender la estufa para cocinar. El hablar con los habitantes de la misma casa sin tener que emplear un dispositivo digital conectado a una red de comunicaciones. El escuchar la radio local!

Nos dejamos llevar por la tecnología y la apresurada mañana para ir a trabajar sin tomar el desayuno, en la esquina compramos tamales y café soluble para no llevar la panza fría en la junta matutina. Ya todo se volvió digital, todo a través de aplicaciones en un dispositivo inteligente, hasta las mismas relaciones afectivo-sociales a la orden tras pulsar un sencillo toque en la pantalla. Todo se volvió express y a la prisa!!!

Lo que yo me pregunto esta noche de lluvia con constantes apagones de luz... ¿estaremos preparados para regresar al mundo después de un par de meses que el mundo escondió la cabeza cuál tortuga en su caparazón al verse amenazada por este virus social? ¿que vendrá después de darnos cuenta que nos hemos convertido en una sociedad temiblemente imparable como un monstruo come galletas. La forma de ver teatro cambió, la forma de trabajar cambió, la forma de ver cine cambió. Ya todo lo hicimos digital.

...será muy interesante ver cómo se van respondiendo estas preguntas...

¿ya viste la lluvia de estrellas?
apaga la luz, ven a sentarte a mi lado.
mira cómo van apareciendo cada una de ellas y en un instante se apagan.
¿hace cuánto tiempo nos perdimos de este momento maravilloso?
¿cuántas personas estarán como nosotros desde sus azoteas?
...este momento será inolvidable para el mundo entero!