Muy buen día, hace bastante no escribo por acá pero, como algunos lo saben, he estado metido de lleno en la universidad nuevamente. Les cuento que, justo estoy terminando la materia de inteligencia emocional y me he encontrado cosas bastante interesantes, como dice Ramos (2015) “una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos, fisiológicos y endocrinos, de origen innato, influidos por la experiencia”.
Por lo tanto, el tema de inteligencia emocional es sumamente importante en la actualidad ya que “las emociones constituyen un mecanismo de alarma que salta en nuestro interior cada vez que se presenta un peligro o cuando es necesario resolver una situación crítica” (Pérsico, 2019).
Cuando hablamos de las emociones en el ser humano, podemos encontrarnos con que, éstas se clasifican en positivas y otras en negativas. Ambas son muy necesarias en nosotros ya que, forman parte natural en nuestros mecanismos de respuesta ante algún tipo de estímulo y con ello, contribuyen a que nos enfrentemos a situaciones en donde nos proporcionen las herramientas automáticas en respuesta a esos eventos.
Quizá algunas personas asocian la palabra "negativo" a algo "malo" y quizá pensemos que en el tema de las emociones pueda existir el prejuicio de que no es bueno que el ser humano manifieste de manera natural este tipo de emociones, sin embargo, pudiera ser que, al manifestar una de las emociones negativas tales como el miedo ante un posible asaltante, desencadenemos respuestas que nos hagan emprender la huída sin haberlo razonado antes, y eso quizá no meramente sea algo negativo, sino todo lo contrario.
Por eso es muy importante el saber cómo son nuestras emociones en todo momento para poder manejarlas de una manera adecuada para beneficio personal; lo malo no está en manifestar una emoción, sino darles un cauce efectivo ya que “por lo general, cualquier emoción que vivamos en un momento determinado no dura eternamente; con el tiempo y paciencia ésta termina diluyéndose” (Pérsico, 2019).
Una de las competencias relacionadas con la inteligencia emocional podemos encontrar la "atención plena" (mindfulness), de la cual podemos aprender bastante porque nos da la oportunidad de tomar las riendas de nuestros pensamientos y emociones al estar conscientes en todo momento de nuestro presente de una manera más atenta y sin prejuicios.
La atención plena (mindfulness) "es un proceso de observar nuestro cuerpo y nuestra mente y dejar que las experiencias pasen por nosotros sin juzgarlas, aceptándolas como son” (Olmedo, 2014). Esto nos permite concentrarnos en lo que está sucediendo en todo momento dejando de lado un poco lo que podríamos llamar piloto automático, en donde dejamos que el día pase sin recordar exactamente cómo fue avanzando hasta que cayó la noche.
Existen diversos ejercicios que podemos practicar todos los días en lapsos de 10 a 15 minutos, a cualquier hora del día, que nos llevan a tomar conciencia plena de cómo va transcurriendo el día, desde el simple hecho de correr al baño y lavarse la cara entre juntas para estar atentos en todo momento, “empezarás a notar que tu nivel de atención es mayor y que tu memoria mejora” (Olmedo, 2014).
¿Alguna vez has notado de qué forma respiras?, pues con nuestra respiración podemos lograr tener una conciencia plena de nuestro presente, ya que incluso, a través del mindfulness podemos encontrar una serie de ejercicios respiratorios que nos traerán bastantes beneficios personales mientras transcurre nuestro día a día.
La conciencia plena nos hace observar cómo van ocurriendo los cambios en todo momento, esto nos permite darnos cuenta que los días son distintos, que no hay uno que se parezca al anterior, prestamos más atención a las conversaciones, notamos que también la gente que nos rodea cambia, nos deshacemos más fácil de los distractores entre juntas, nos volvemos mejores conversadores, escuchamos más a nuestros interlocutores, ayudamos a mejorar nuestras relaciones interpersonales, canalizamos de mejor forma nuestras emociones al estar plenamente conscientes de cuándo ocurren, de qué estímulos las detonan y con ello practicamos y mejoramos nuestra inteligencia emocional.
No se imaginan lo que me ha ayudado en mi vida personal el haberme encontrado con la competencia "atención plena (mindfulness)". Ahora les puedo presumir que incluso, mis lecturas son mucho más efectivas porque, en cuanto un distractor aparece, me es mucho más fácil identificarlo y volverme a concentrar en mi lectura.
Reciban un fuerte abrazo y les deseo mucho que, así como a mí, el mindfulness les traiga beneficios en todos los aspectos de su día a día.
Referencias:
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