jueves, 23 de febrero de 2017

Aprendiendo, sólo viviendo...

Caminando y aprendiendo entendí que soy libre, que esta vida no sólo podría ser maravillosa, ya lo es. Que de hoy depende que mis sueños se conviertan en una realidad....

Recuerdo hace años, cuando radicaba en Cd. Juárez. Yo, con tan sólo 15 años ¡Un reverendo puberto! caminando por la calle 16 de septiembre, (una de las calles principales del centro) pensando, soñando...

 Miles de cosas rondaban mis pensamientos; Ingenuo niño que cree que en el mundo no existe maldad alguna. Uno de mis más grandes deseos era comprar el C.D. de algún grupo pop del momento, pensando en qué canción sería la adecuada para poner en una fiesta. Creyendo que algún día tendría el dinero suficiente para adquirir uno de esos aparatos móviles con señal para hacer llamadas, o una computadora de escritorio... (¡Unos zapatos bonitos!).

Caminando por las vías del tren, pateando piedras mientras pensaba qué ingrata era la vida, que yo debía hacer algo con ella para cambiarla de rumbo. Que algo o alguien aparecería en ella que haría que las cosas fueran distintas de lo que estaba a penas descubriendo.

Caminando por las vías del tren de Ciudad Juárez aprendí que la vida es un regalo maravilloso, una oportunidad grandiosa de generar maravillas, que la voluntad es una virtud espectacular con la que cuenta el ser humano, que sin ella, nada, ni esas vías de tren jamás existirían...

La vida, en un inicio, es una plataforma, es como un escenario sin nombre ni telar alguno en el que tú eres el personaje principal. El único responsable de fabricar historias, ¡de vivirlas y disfrutarlas!

La vida, en un inicio, es una obra sin guión ni luces, un libreto en el que tu te encargas de colocar cada frase, cada experiencia. Tú decides si esos personajes que van emergiendo en ella trascienden o dejan de tener la importancia de ayer... 

La vida, en un inicio, es una hoja en blanco en la que vas colocando cada letra, cada frase. Un verso sin rima que al final va creando una biblioteca en múltiples tomos que no cabrían en una biblioteca por muy inmensa que ésta sea.


La vida, es plataforma, una obra sin guión, una hoja en blanco...

Esta vida es tú historia en la que colocas cada telar, cada personaje, cada guión, cada acto, cada momento que decides colorear, iluminar, amueblar según te venga en gana. 

¿EL FINAL? ...Puede ser hoy!

Dedicado a Oscar Hernández!



miércoles, 1 de febrero de 2017

De mi viaje a Mérida

Iván Ibarra
Queridos lectores, aquí me tienen de nuevo, esta vez les contaré de mi último viaje así que ahí va...

Para empezar les cuento que es la primera vez que decido tomar un avión y aprovechar un par de días que tenía libres para conocer un lugar nuevo, un lugar lejos, un rinconcito de mi bella república mexicana. Así llegué a Mérida, Yucatán.

De entrada me encontré en el aeropuerto que fue una travesía, creo que ni dormí por estar muy temprano en la madrugada para tomar mi vuelo desde Guadalajara hasta Mérida. Una vez ahí, vi amanecer desde el cielo, por la ventanilla del avión observé cómo se empezaba a dibujar el límite de la península con el mar. Pisando tierra, tomé mi uber rumbo al centro, por la ventana de aquél auto observé las calles que recorría en mi trayecto, enamorándome cada vez más de aquél encantador lugar.


Cuando llegué a mi destino, comencé a transmitir por facebook mis primeras impresiones, maravillado por la experiencia tan aventurada que estaba viviendo en carne propia. Comencé después a conocer su gastronomía en los portales del centro histórico degustando los "panuchos" y la "sopa de lima". Después caminé, caminé y caminé hasta encontrarme con una pequeña capilla detrás de la catedral en donde se celebraba misa cristiana en el idioma inglés, quedando maravillado por aquél fenómeno tan fuera de lo común que hizo que erizara mi piel y humedeciera mis ojos ante aquél encanto fascinante.


Lo que pasó por mi mente, es que en México existe tanta inclusión a las minorías que a veces no nos damos cuenta de ello. Cosa que en otros países, lejos de hacerles un espacio, intentan exterminarles o atacarles por no ser o parecer al común social denominador.

Después me encontré con Anton Cortes, un personaje salido de Twitter, con quien estuve el resto de mi viaje y con quien compartí la mayor parte de mi experiencia. No se si creer que no pude tener un mejor compañero para esta bella aventura que mi buen Anton, alguien que no pensé que tuviese la calidad humana que descubrí en él y la locura que lo envuelve. Personaje que, creo que llegó para quedarse.

De repente me pongo a pensar en el agradecimiento de que existan las redes sociales, que no crees que haya personas de la vida común que pueden llegar a tener tantas cosas en común contigo. Eso, hasta que lo experimentas.

Y así conocí muchas cosas que comúnmente un turista no conocería. Un mercado por ejemplo, un bar del que quedé maravillado por el tipo de música que tocaban; por los muchachos que bailaron en la barra (a veces no hay presupuesto jajaja).

De verdad no tengo palabras para describir las sensaciones que causaron en mí cada una de las vivencias en el bello Mérida. Incluso tuve la oportunidad de asistir a un concierto que ofrecieron en la plaza principal el grupo Caifanes, Grupo que en lo personal me fascina.
He escuchado comentarios de la gente que va con alguna expectativa acerca del lugar y la verdad es que yo lo que les puedo decir es que si en verdad quieren atreverse a descubrir cualquier parte del mundo y tienen la posibilidad de hacerlo. 

Se avienten a vivir la aventura sin ninguna expectativa, sin esperar nada, sólo así podrán, no sólo descubrir el encanto del lugar si no, disfrutarlo y pintarlo con tus propias sensaciones dándole un significado muy especial.

Ya de regreso, tomé muy temprano mi avión rumbo a mi segunda casa, Guadalajara. En donde corrí a deshacer la maleta y descansar un poco porque en unas horas más tendría que trabajar.



Hoy la vida me enseña un nuevo mundo, 
una forma nueva de ver las cosas.
Miro al cielo, pienso...
Con las manos ya cargadas de experiencia,
mis suelas desgastadas de caminar,
observo, escucho, respiro... Sonrío!
Esta es mi vida, esta es mi historia.

Gracias Mérida, prometo volver.